martes, 25 de octubre de 2005

Mi nombre

Mi verdadero nombre es horrible. Mis padres lo eligieron porque tuve la desventura de nacer el mismo día en el que había nacido mi abuela, así que parece que el homenaje era inevitable. Durante un tiempo fantasée con la idea de ser la reencarnación de ella. Mi madre quiso que hiciera terapia pero por suerte a mi padre le pareció que el psicoanálisis podía ser perjudicial para una nena de 7 años. "Ya encontrará su identidad", decía.
Mi adolescencia fue un calvario. No se puede ir a bailar cuando uno tiene un nombre horrible. Imagínenme en un boliche intentando que un muchachito medio borracho entendiera un nombre tan extraño y anacrónico. Generalmente la secuencia era la siguiente: después de 3 o 4 gritos el chico lograba comprender mi nombre, instantáneamente se sorprendía, luego se reía y al cabo de un rato terminaba olvidándolo y me preguntaba una de las preguntas que más odié en mi vida: "¿Cómo me dijiste que te llamabas?".
No se podía ir a bailar con ese nombre. Por más sexy que me vistiera, en el momento de revelar mi identidad, automáticamente me sentía gorda, vieja y malhumorada.
Por suerte hace 15 años una gran amiga de la familia logró que mi apodo de entrecasa "Cuni", trascendiera las barreras de la intimidad de mi hogar paterno. Siempre le estaré agradecida.
Desde ese entonces siempre fui Cuni. Creo que mucha gente que conozco no debe saber cuál es mi verdadero nombre, tal vez sea por eso que sólo tenga 48 amigos en Facebook.
Ahora cuando voy a bailar y me preguntan por mi nombre digo "Cuni" y a la mierda...después se verá....
Pero en realidad me llamo María Celia. Sí, Celia. Como Celia Cruz, como Celia Alcántara, como mi abuela...